domingo, 15 de abril de 2018

En Cataluña: Ciutadans (Ciudadanos)

Albert Rivera. En el artículo (del año 2006) se argumenta a fondo el porqué Rivera puede ser el próximo presidente del Gobierno de España. Más de dos décadas de trayectoria rectilínea en los valores de Ciudadanos así lo acreditan. 

Si tenemos en cuenta la gran afición de ZP para saltarse a la torera cualquier pacto, no está nada claro que en Cataluña el próximo gobierno esté formado por una coalición social-convergente. Dicho esto, soy de los que opinan que el PP es el mal menor frente a la inmoralidad política reforzada interesadamente en España por Zapatero y sus actuales cómplices. Creo, por lo tanto, que donde no haya otra opción más atractiva, siempre desde el punto de vista de quien no comulgue con la izquierda y el nacionalismo, debe votarse a los populares y apoyarlos en todo lo que se pueda.


Lo que ocurre es que en Cataluña sí existe una formación más atractiva para los que consideren que tanto la derecha nacionalista (CiU) como la izquierda (PSC+ERC+IV) forman un todo que alguien definió acertadamente como PNU (Partido Nacionalista Unificado), a cuyos integrantes no les diferencia absolutamente nada, ni el deseo de llegar el poder de un modo discutiblemente democrático, ni las metas que persiguen cuando lo alcanzan, puesto que son las mismas, es decir: más nacionalismo, más victimismo y mayor afán de opresión para los de casa, una opresión destinada a evitar que se abran las ventanas y entre aire fresco.

Esa formación atractiva a la que me refería antes se llama Ciutadans, partit de la ciutadanía, que sin ser el ideal al que aspiro en mi condición de votante liberal, porque en su programa incorpora demasiadas medidas que dependen de la iniciativa pública y muy pocas para el fomento de la iniciativa privada -como por ejemplo la implantación del cheque escolar- al menos tiene claro que del viciado nacionalismo es de donde surgen todos los males en Cataluña. Y a diferencia del PPC  de Piqué -al que he estado a punto de incluir en la derecha nacionalista-, Ciutadans trata de combatirlo sin ningún tipo de complejos ni falsos guiños para el día después de las elecciones.   

Incluso, en contraposición al deseo reiterado de Piqué para formar gobierno o pacto postelectoral con CiU, los componentes de Ciutadans han manifestado que ellos no apoyarán de ningún modo a los nacionalistas. Y ese tipo de actitudes tan decididas como honorables son las que a mí valen, ya que el poder no debe ser en sí mismo un objetivo -caso que sí se da en el resto de las formaciones-, sino el medio para que una sociedad, mediante la política más adecuada y consultada siempre a los ciudadanos -habría que implantar el referéndum obligatorio para cada ley de rango superior-, sea más libre, más próspera y posea un mayor grado de bienestar.

La posición de Piqué, y por lo tanto de Rajoy, es bien distinta a la de Ciutadans y trata de influenciar en CiU si Artur Mas no logra mayoría absoluta ni el Tripartito está en condiciones de reeditarse. Naturalmente, llegado el momento de formar gobierno en España, tanto Rajoy como Piqué esperan reciprocidad. Lo que ocurre, a mi juicio, es que esa opción es engañosa e ingenua. Me explico. Creo que el engaño lo practica Piqué con Rajoy, al que ha debido convencerle de su propia capacidad para frenarle el ímpetu nacionalista a Mas, cuando todos sabemos que Mas, en caso de duda, pactaría a gusto con Carod-Rovira antes que renunciar a sucesivas metas que lleven a Cataluña a la independencia. Eso sí, Mas desearía mantener como poco el actual estatuto, si bien lloriqueando para lograr cualquier capricho añadido, como por ejemplo el Aeropuerto del Prat.

La ingenuidad la pone Rajoy al creerse que coqueteando hoy con CiU y en su momento apelando a los tres o cuatro diputados de Coalición Canaria -gente especializada en el servilismo ante cualquiera que gobierne en Madrid- tiene muchas posibilidades de ocupar la presidencia del Gobierno si es que Zapatero mantiene su horrorosa deriva actual, tan llena de torpezas y arbitrariedades. Y en buena medida es lógico que Rajoy piense de tal modo. Pero no es de ahí de donde la viene la ingenuidad a Rajoy, sino del hecho de creerse que gobernando maniatado por CiU va a conseguir cambiar algo respecto a lo que ahora hace Zapatero. Es decir, dudo mucho que Rajoy tenga alguna posibilidad de enderezar el rumbo de una nave a la deriva, llamada España, que ha sido situada temerariamente frente a la escollera y todo apunta a que el oleaje social nacionalista puede llegar a partirla en mil pedazos.

No, Rajoy no puede lograr una cosa así ni aun cuando fuese capaz de gobernar tres legislaturas seguidas. Son muchos los medios de difusión anti PP que le saltarían a la yugular al primer retroceso en contra sus intereses. De otra parte, es monstruoso el sistema de agit-prop usado por la izquierda en todo momento, especialmente cuando se encuentra en la oposición, y son demasiado elevadas, además, unas prebendas logradas ya por los nacionalismos a las que serían incapaces de renunciar.

Como mucho, Rajoy paralizaría la nave en la situación actual, embarrancándola durante un tiempo, y disfrutaría de alguna legislatura, más conflictiva que beneficiosa para los ciudadanos. Y eso hasta que llegase el momento de las siguientes generales. Y con ellas, la idea renovada y radicalizada de unos social nacionalistas con mono de poder y ganas de volver a poner en subasta, aumentando la puja, a la perseguida España de todos. Lo de Rajoy es, en el mejor de los casos, pan para hoy y hambre para mañana. Y a mi juicio Piqué no es más que el sujeto que alocadamente le suministra un mendrugo de pan en Cataluña. 

Lo que en España hace falta, dicho en términos muy escuetos, es una verdadera reforma política que cambie la ley electoral, implante las listas abiertas, decida que todos los votos y todos los españoles valen lo mismo y cree una circunscripción única en toda España (en la que debería alcanzarse al menos un 3% para lograr escaños), como paso previo a un período constituyente que reformara la Constitución española y a fin de que ésta fijara con rotundidad las competencias del Estado, aboliendo las partes de los estatutos de autonomía que se mostrasen contrarios a la nueva Constitución, único medio de poner al nacionalismo en su sitio. Dando lo mismo que pataleen o se desgañiten, aplicándoles la ley a los que se sobrepasen en lugar de concedérseles las calles como se hace ahora.

A mí me da igual si un partido así, con un programa claro y poco amigo de las componendas, logra llegar al poder a la primera ocasión, a la novena o no llega nunca, lo que sí digo es que ya no me valen los paños calientes de ciertos políticos indecisos como Rajoy -mucho menos los de gente como Gallardón- ni su tendencia tan entusiasta, Piqué interpuesto, para alcanzar un pacto de gobernabilidad con los mal denominados nacionalistas moderados. No, a mí me importa una higa si Rajoy llega a ser alguna vez el presidente del gobierno de España, yo lo que quiero es que nos presida un hombre con principios sólidos y menos propenso a salir del paso, porque aquí lo que está en juego no es la España de 2008, sino la de 2050 o 2112. 

Gente como la de Ciutadans lo tiene claro al respecto: A los nacionalistas ni agua. Y si no entramos ahora en el Parlament -dicen-, donde la idea es hablar en castellano cada vez que haga falta, ya lo haremos en las siguientes autonómicas o en las otras, lo importante es conservar la dignidad de las ideas y el hecho de que solo nos importan las personas. ¡Lástima que un partido así, con decencia política y objetivos claros, no se propague a gran velocidad por toda España! Habrá que esperar. Mientras tanto, propongo que votemos al PP donde no haya más remedio; eso sí, tapándose la nariz y cantándoles las cuarenta a los populares cuando observemos, como ahora sucede en Cataluña, que no lo hace bien y su política es de tente mientras cobro. Esperemos que la nueva número dos del PPC no vaya en la misma línea de entreguismo a los nacionalistas, en cuyo caso recibirá la crítica que se haya ganado a pulso.

Autor: Policronio
Publicado el 24 de septiembre de 2006

PD (15-04-2018): Gracias a que Ciutadans (Ciudadanos) ha mantenido su filosofía política durante más de dos décadas, tal y como se anuncia en el artículo han logrado implantarse a fondo en la totalidad de España, hasta tal punto que ya hay encuestas que dan a Ciudadanos como ganador en las Generales.

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